¿Por qué conformarse con una reproducción impresa cuando puedes tener una buena copia original de

¿Por qué conformarse con una reproducción impresa cuando puedes tener una buena copia original de
"La noche estrellada" 1889, Vincent van Gogh. Copia facsímil realizada con acrílicos sobre cartón por Francisco R. Mayoral (1996).

miércoles, 2 de mayo de 2012

Mi grito (acrílico sobre cartón, 1999)


F. R. Mayoral tituló "Mi grito" su copia facsímil del famoso grito de Munch

Muchos analistas y estudiosos de esta obra, pintada en 1893 por Edvard Munch, se han preguntado si el grito que silenciosa pero intensamente profiere el personaje central del cuadro, era el reflejo de la angustia personal del pintor o si ese grito pudiese  también esconder una crítica a la nueva forma de organización socioeconómica de la época. En definitiva, si Munch grita también contra las injusticias sociales y a las desigualdades económicas que acompañaron a la Revolución industrial. Posiblemente ambas cosas, ya que las obsesiones personales del pintor, bien pudieron causarle una hipersensibilidad ante la problemática social de su momento histórico.

Edvard Much, 1893
Sea como sea, esta obra, recreada en 1999 por nuestro autor Francisco R. Mayoral, cobra pleno significado en esta segunda década del siglo XXI, cuando las circunstancias por las que atraviesa el mundo en general, y occidente en particular, justifican y provocan "gritos" de todo orden contra la insolidaridad, la injusticia y las desigualdades que nos rodean, envuelven y asfixian. Si a Munch le inspiró la estrechez de principios morales y éticos para inmortalizar su grito de protesta, no cabe duda alguna de que hoy volvería a pintarlo con mayor dramatismo, si cabe.


En "su grito", Mayoral ha captado los propios temores y tormentos de Munch que muchos compartimos. La fuerza expresiva se debe en gran medida a las técnicas y efectos pictóricos empleados, la estridencia del colorido y la sinuosidad de las líneas. Junto con el "Guernica" de Picasso, sin duda ha sido la obra que más ha conmovido a nuestro autor durante la realización.

Se expresa la soledad del ser humano y su pesimismo frente las adversidades. El grito de terror trae consigo la tensión y el pánico interior que destruyen la anatomía facial. Los rasgos de rostro desaparecen bajo el gesto. No hay nada de realismo, se representa el interior del individuo simbólico y no el exterior.

La figura del primer plano aprieta las manos contra su cara como signo de angustia y desesperación, mientras que, en segundo plano, aparecen otras personas frías y distantes como queriendo significar que el prójimo no nos ayuda en los momentos de desconsuelo.

El paisaje participa de ese malestar. El cielo encendido y los torbellinos parecen envolver amenazadoramente a la persona que grita. Los colores cálidos y fríos no están compensados, su efecto es agresivo, ofreciendo una imagen angustiada de la realidad social y del mundo interior que padece cada individuo.

Sobre esta obra, su creador explicó:

«Iba caminando con dos amigos. El atardecer. De repente el cielo se tiño de rojo, y sentí el aliento de la tristeza. Me detuve. Me apoyé contra la valla. Mortalmente cansado. Las nubes por encima del fiordo chorreaban un rojo humeante. Mis amigos siguieron avanzando, pero yo me quedé allí de pie, con una herida abierta en el pecho. Oí un fuerte y extraordinario grito atravesando la naturaleza.»

(Edvard Munch)


Acrílico sobre cartón.
Formato: 49x36 cm
No disponible (puede duplicarse por encargo en formato a medida).

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